Durante las obras de restauración acometidas en 2012, se procedió a la excavación del interior del recinto , realizando la unión entre las distintas fábricas existentes, para asegurar su estabilidad, distinguiendo los tramos medievales de trazado inequívoco (que se reconstruyen si es necesario con obra de mampostería) de los trazados dudosos pero imprescindibles estructuralmente (que se revisten de mortero de cal, manteniendo la impronta de las preexistencias) apareciendo restos de las distintas etapas históricas.
- Así lo prueba el hecho de que una lápida funeraria de 1868 aparezca embutida en el extremo noroccidental del paño septentrional
- Terraplenes y suelos de la época de la última Guerra Carlista (1872-1876) en el baluarte.
- Las sepulturas correspondientes a la utilización del recinto como cementerio, entre 1814 y 1890, cuyas fosas habían alterado, casi completamente, los sedimentos anteriores. En el dintel de la puerta occidental cerrada ahora con una reja, se puede leer la inscripción: REYNANDO FERNANDO VII 1814, que señala la fecha de apertura del cementerio.
- Restos de pavimentos, como el de cantos rodados (visible) y otros de mortero de cal y tierra apisonada, utilizados durante la etapa bajomedieval (siglos XIV-XV).
- Un silo de mampostería de la época bajomedieval construido en el rincón noroccidental del recinto, tras excavar un hoyo que cortó tanto los estratos arqueológicos previos, como las gravas de la cima del cerro.
- La cimentación de los muros medievales que delimitaban el recinto y que eran más anchos que los recompuestos en el siglo XIX.
- Cinco enterramientos, pendientes de estudio, realizados dentro de fosas excavadas en la grava, que podrían ser anteriores al siglo XII.
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