A los pies de la sierra de Cantabria...

San Vicente de la Sonsierra

Los lagares rupestres de la Sonsierra, zona productora de vino, son bases de prensas para pisar la uva que han sido talladas en la roca caliza para facilitar las tareas de vendimia. En esta comarca hay muchos situados en términos agrícolas de la zona y  en algunas necrópolis medievales. Por su escasa capacidad sólo debían cubrir las necesidades familiares de los propietarios en una economía de subsistencia.

Se trata generalmente de lagares totalmente excavados en la roca, formados por un gran recinto circular en desnivel, lugar donde se deposita la uva, y un depósito adosado de mayor profundidad “el torco”, comunicado con el anterior por un canalillo en el que se recogía el jugo. Aunque son de difícil datación, los últimos descubrimientos han localizado uno anterior al siglo XII y en otros casos parecen posteriores al siglo XIV.

El conjunto de Hornillo podemos considerarlo una antigua bodega de elaboración de vinos blancos y rosados. En este entorno encontramos en una gran lastra cuatro lagares en muy buen estado y un trujal (formado por prensa con pileta y torco rectangular unidos por un canal) además de un chozo o guardaviñas de planta cuadrada en el extremo sur de la parcela.

En la  parte plana (base de la prensa)  se depositaba la uva sobre un receptáculo de cesta o de madera y sobre él se prensaba para conseguir el mosto, que era recogido en el torco y posteriormente transportado en los pellejos hasta las bodegas de San Vicente por los "mosteros"

 

Localización:

 

Este espectacular menhir se encuentra ubicado a mitad de camino entre las aldeas de Peciña y de Rivas de Tereso. A falta de completar las investigaciones, el hallazgo en superficie en los alrededores del monumento de cerámicas modeladas a mano y lascas de sílex y cuarcita (correspondientes a las gentes que allí estuvieron, bien de forma permanente o solamente cuando erigieron este menhir), y la particular colección de la roca que no responde a un capricho de la erosión, parecen evidenciar una voluntad humana en el origen del levantamiento de la piedra.

Su conocimiento nos vino a través de Carlos Muntión Hernández quien promovió la visita de arqueólogos del Instituto Alavés de Arqueología. Este tipo de monumentos son abundantes en zonas más septentrionales pero desconocidos hasta este momento en estas tierras. Cuando se habla  de monolitos o menhires, se está hablando de un tipo de monumentos envueltos en el más completo enigma. Sobre su función no existe, entre los investigadores, una opinión única y concluyente. Para unos son monumentos conmemorativos, para otros mojones o límites de territorios, hay quien los asocia a elementos funerarios... es decir no se sabe a ciencia cierta el porqué y para qué se erigieron. En cuanto al momento en que fueron levantados, ocurre algo parecido; cuando se encuentran en contextos de tipo megalítico de carácter dolménico, se asocian a estos conjuntos llevándolos a momentos Calcólíticos o del Bronce. Sin embargo, en otros  casos, cuando su situación se enmarca en zonas de cromlechs, su cronología se avanza hasta la Edad del Hierro.

El Menhir de la Peña Lacha se encuentra a una altitud de 658 metros en un pie de sierra, cercano y al sur del camino que uno las aldeas de Peciña y Rivas de Tereso. Son sus grandes dimensiones lo que llama la atención, ya que tiene una altura de 3,35 m y una anchura máxima de 3,25m con 0,52 m de espesor; a esto hay que sumarle la parte enterrada, que se suele considerar como de un tercio de la parte vista, con lo que la dimensión mayor de la peña llegará a sobrepasar los 4 metros.

Se le puede calcular un peso total de unas catorce toneladas por lo que requirió de un gran esfuerzo colectivo para que, con los más rudimentarios medios, pudieran ponerla en pie.  Podemos imaginarnos un grupo de personas arrancando la enorme laja que este monolito, y que mediante cuerdas y correas la aproximaron al lugar donde hoy se eleva.  Antes de desplazarla se cavaría un gran hoyo en el suelo para que, deslizando la gran losa, aprovechando la ligera pendiente del terreno, quedase justo junto al hoyo. Una vez en esta posición la harían avanzar lentamente hasta que, basculando, cayese a uno de los extremos en el hoyo quedando de esta forma en posición vertical para finalmente colocar unas piedras en forma de cuñas para asegurar su posición.

Fuente de la información: Armando Llanos Ortiz de Landaluze. Presidente del Instituto Alavés de Arqueología y Director de las Excavaciones Arqueológicas en La Hoya, Laguardia (1973-1989) y miembro de la Real Academia de la Historia.  Artículo publicado en la revista Piedra de Rayo

Es el primero del conjunto dolménico que se sitúa entre la cadena montañosa que conforman las cordilleras de Sierra Cantabria y Toloño, al norte y el río Ebro al sur. Este conjunto de dólmenes se caracterizan por ser muy similares entre sí tanto en su ejecución constructiva como por su orientación. Son del tipo denominado dolmen de corredor. Situados todos ellos entre 580 y 680 metros de altitud, son considerados como los más antiguos, suponiendo ser el origen de la cultura dolménica del país.

El dolmen de la Cascaja está situado  a 600 metros de altitud entre dos fincas en el término de la Cascaja, junto al arroyo de los Alces y a 500 metros de la aldea de Peciña.

Fue descubierto por Domingo Fernández de Medrano el 5 de agosto de 1954, siendo excavado por él mismo en compañía de Basilio Osaba. Durante su excavación se recogieron restos de más de 31 sujetos, restos óseos de animales, y abundante material entre el que cabe destacar unas láminas de pedernal, fragmentos de cerámica pertenecientes a dos vasijas y una punta de flecha de bronce en forma de hoja, de poco espesor. Se restauró en el momento de su excavación.

Se puede acceder a su interior, con extrema dificultad, por un angosto “corredor” que desemboca en una galería más amplia.

Consta de una cámara poligonal con losas de arenisca (como la roca del subsuelo) de la que parte un corredor (de unos dos metros de longitud) en dirección SE hasta el borde del túmulo, que se halla dividido en dos compartimentos.

Localización:

  • Acceso por camino rural no asfaltado desde la LR 424 (Carretera a Peciña). Se recomienda estacionar el vehículo en el aparcamiento ubicado junto a la Basílica de Santa María de la Piscina y acceder caminando a la ubicación del Dolmen
  • Localización GPS:  42°34'57.8"N 2°43'35.0"W // 42.582733, -2.726387
  • Enlace a google maps 

            San Vicente de la Sonsierra cuenta con tres grandes murales en el Casco Histórico cuyo fin es dar a conocer a los visitantes algunos de los tesoros ocultos de la localidad.

            En el descenso desde el Recinto Amurallado por la Calle Zumalacarregui nos encontramos con dos de ellos, los cuales han sido subvencionados por medio de la línea de ayudas Leader por la Agencia para el Desarrollo de La Rioja Alta y muestran a los visitantes “Los Disciplinantes de San Vicente de la Sonsierra” y el “Conjunto Arqueológico de Santa Mª de la Piscina” y, frente a este último, nos encontramos con el tercer mural, que reproduce el “Guardaviñas de Larrá”,

            Los tres murales han sido ejecutados en 2017 por el artista riojano D. José Uríszar de Alcada Leiva, el cual es un gran conocedor del paisaje y de la historia riojana. Nacido en Briñas en el año 1960 cursó estudios de procedimientos pictóricos y revestimientos murales (especialidad de pintura al fresco) y procedimientos de la imagen en L´Escola Massana de Barcelona (1978-1983),  fue galardonado con el Premio de Las Artes de La Rioja del Centro Riojano de Madrid en el año 2013 y cuenta con una amplia experiencia en este tipo de trabajos.

            Los murales han sido realizados con pinturas acrílicas ecológicas, previa imprimación de la fachada. La técnica utilizada ha sido el traslado del boceto a la fachada mediante cuadriculación sin proyección del elemento. El resultado de este trabajo completamente artesanal es una auténtica pinacoteca al aire libre que nos permite disfrutar de estas bellas obras de arte.

            Los murales cuentan con códigos QR con información y enlaces a la página web del Ayuntamiento de San Vicente de la Sonsierra para ampliar la información sobre el tema representado.

            Los tres murales forman parte de la ruta a pie por el casco histórico denominada “Paseo por el Recorrido de los Disciplinantes” disfrutándose de su visionado al descender por la Calle Zumalacarregui. La ubicación de los murales es la siguiente

Las pinturas murales del casco histórico cuentan con iluminación nocturna por lo que se han convertido en una cita obligatoria en las visitas a San Vicente de la Sonsierra a cuelquier hora y en cualquier época del año

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