Se trata de los restos de trece silos medievales de almacenamiento de granos, que han sido posteriormente utilizados como basureros. Se hallan excavados en la roca natural, y en ocasiones conservan restos de un revoco que ayudaría a impermeabilizarlos.
Su forma más habitual suele ser piriforme o globular, con una profundidad que en ocasiones supera los dos metros. La función para la que fueron concebidas estas estructuras en la Edad Media era el almacenamiento de granos de cereal. Cerradas sus embocaduras herméticamente con piedras y paja, permitían conservar simientes o reservas alimenticias durante varios años sin llegar a estropearse.