Restauración del entorno de la ermita de San Juan (2020)
En 2004 se elaboró el Plan director del recinto fortificado de San Vicente, que es un documento técnico en el que intervienen arquitectos, arqueólogos, restauradores, geólogos, etc., para analizar la situación en que se encuentra un edificio y explica cómo restaurarlo y mantenerlo en buenas condiciones. En el caso de los yacimientos arqueológicos y los bienes culturales, además se suelen proponer formas de ponerlo en valor y aprovecharlo para el pueblo. Pues bien, este plan director preveía, entre otras cosas, restaurar y acondicionar la Ermita de San Juan y proponía crear en su interior un centro de interpretación de los disciplinantes y del recinto amurallado en general.
Con esta idea en mente se empezaron las obras y hoy vamos a repasar qué se hizo en 2020, qué se averiguó, qué nuevas preguntas surgieron y cómo quedó esa etapa del viaje arqueológico en el que aún está inmersa nuestra ermita de la mano de D. Pedro Álvarez Clavijo, el arqueólogo al cargo.
Como la ermita era la sede de la Cofradía, lo primero que había que hacer era buscarles otra ubicación, y se decidió ponerla en el antiguo depósito de aguas. Pero el edificio tal como estaba no era adecuado, así que era necesario añadir unas habitaciones nuevas. Al excavar para esta obra se encontraron restos de las antiguas construcciones que había allí: muros, suelos, enlosados… Esto es algo bastante habitual en arqueología, que te pones a excavar donde se supone que no va a salir nada, pero sale, y hay que darle una vuelta al proyecto. Se había planeado poner suelo de hormigón, pero al aparecer estas estructuras se decidió que era mejor poner geotextil y cubrirlo con arena y gravilla. De este modo se puede drenar el agua y se ventila la estructura para que no se acumule la humedad en el suelo y se filtre por las paredes, lo que dañaría los restos arqueológicos.
El depósito de aguas está pegando a la Puerta de Salas, llamada así porque allí estaba la casa de la familia Salas, que era una construcción del siglo XVIII formada por la casa, la caballeriza, el lagar, el trujal, los tinos... Tenemos documentos sobre este edificio desde el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752, y suponemos que se abandonó entre finales del siglo XIX y principios del XX, después de que se diera orden de desalojar las viviendas que quedaban junto a la muralla tras el trágico derrumbe de Nochevieja de 1897. No se volvió a ocupar el lugar hasta que se construyó el depósito de aguas en 1964.
Otra estructura sobre la que se ha intervenido es el almacén que estaba junto a la Ermita de San Juan y que utilizaba la Cofradía de la Santa Vera Cruz y de los Disciplinantes. En los libros de cuentas de la Cofradía aparece que en 1842 pagaron por levantar muro y tejado para guardar las andas, pero hay un mapa militar de las Guerras Carlistas de 1847 en el que no aparece el almacén. Lo que sí se ve en el mapa es un sotechado a los pies de la iglesia, así que quizá es a este sotechado al que corresponde el pago de 1842. Por esto, deducimos que el almacén tuvo que construirse hacia finales del siglo XIX, pero no sabemos exactamente cuándo.
Teniendo en cuenta que no era un edificio muy antiguo, que no tenía un especial valor arquitectónico y que estaba afectando a la ermita y al muro que la separa del castillo, se decidió que lo mejor sería demolerlo y devolver su aspecto original al conjunto que forman iglesia, ermita y muro.
Cuando se levantó el almacén se aprovechó que la ermita estaba cerca del muro del castillo para utilizarlos como laterales, y lo único que hicieron fue construir una fachada, una pared trasera, el tejado y el suelo. Por lo tanto, desmontarlo también fue sencillo: se derrumbó la fachada, la trasera y el tejado, y se levantó el hormigón que habían puesto en el suelo. Las piedras que se quitaron de las paredes se guardaron para utilizarlas más tarde en la restauración de la ermita.
Al quitar el suelo de hormigón del almacén se vio que estaba directamente sobre la roca. Sin embargo, cuando se construyó el muro norte en 1735, se puso un empedrado en toda la zona, y debería haber aparecido debajo del hormigón. Parece ser que cuando construyeron el almacén eliminaron ese empedrado.
Después de derribar el almacén, quedó un espacio entre la iglesia, la ermita y el muro que ahora se había vuelto a convertir en zona de paso. Pero como la parte trasera del almacén estaba a distinta altura que la parte delantera, había que hacer obra para que se pudiera pasar con comodidad de un lado al otro. Al hacer esta obra sí que apareció el empedrado original del siglo XVIII.
Cuando se construyó el muro trasero del almacén se hizo una zanja para los cimientos que luego rellenaron con tierra. Al excavar ahora esta zona se encontró que en ese relleno había trozos de cerámica desde época romana hasta el siglo XIX.
¿De dónde sale esa cerámica tan diversa? Quizá cuando hicieron el relleno de la zanja los metieron con el resto de los cascotes y tierra que encontraron alrededor. Otra posibilidad es que, al ir a hacer el empedrado un siglo antes, se trajeran cestos de tierra de los alrededores y todo lo que no eran piedras buenas para empedrar lo utilizaran como lecho, que luego fue revuelto al excavar la zanja. En cualquier caso, posiblemente fueran restos que estaban enterrados más arriba en la ladera, correspondiendo a otras épocas históricas, que fueron apareciendo en superficie por la erosión y que los obreros encontraron cerca.
Hasta aquí llegamos con la revisión de las intervenciones en el entorno de la Ermita de San Juan. Otro día vemos lo que se hizo, y lo que se descubrió, al iniciar la restauración de la propia ermita.