El municipio de San Vicente de la Sonsierra ha sido siempre fundamentalmente rural. Sus gentes se han dedicado al campo y su cultivo, prácticamente desde el momento de su fundación como villa, allá por el siglo XII. Así queda recogido en diferentes investigaciones de Ernesto García Fernández, catedrático de Historia Medieval de la universidad del País Vasco, a las que se debe añadir que tal dedicación respondió a la cercanía de este asentamiento al río Ebro, como ocurre con otros enclaves que fueron construidos en torno a recursos fluviales.
El caso de San Vicente coincide, además, con el de Aldeanueva y Lodosa, municipios cuya principal dedicación ha sido fundamentalmente el cultivo de los campos, en los que ha empleado a más de la mitad de su mano de obra desde el medievo hasta tiempos relativamente recientes. Así pues, el ingente empleo de esta mano de obra, sumado a la ampliación de la roturación de los campos, las mejoras en los procesos de abonado y, principalmente, el destino de estas tierras al cultivo masivo de la vid a finales del siglo XVIII y con mayor énfasis en el XIX, requirió de la construcción de un canal que abasteciera de agua a los nuevos terrenos de La Rioja, Navarra y Aragón, situados en la margen derecha del río.
El conocido actualmente como canal de Lodosa y la Confederación Hidrográfica del Ebro tienen sus más inmediatos precedentes históricos en los proyectos pioneros del Conde de Gages (1752) y J.A. de Gama (1861) que propusieron la construcción y mejora del cauce del río Ebro a fin de mejorar su caudal. De hecho, este último solicitó en 1859: “Autorización para verificar estudios de un canal de riego derivado del Ebro, con el objeto de fertilizar campos de Calahorra, Aldeanueva…hasta el río Jalón”. Planes que, no obstante, no llegaron a llevarse a cabo por falta de financiación, pero, sobre todo, por considerarlo irrealizable.
Con todo, la idea perduró y en 1903 la Dirección General de Obras Hidráulicas incluyó el estudio del canal en el Plan General de Canales y Pantanos. A tal efecto, se crearon organismos de gestión que reuniera a aquellos pueblos afectados por el futuro canal, entre los que se encontraba San Vicente, que solicitaron la agilización de los estudios y se ofrecieron a contribuir económicamente el proyecto. Sin embargo, hubo que llegar a 1915 para que, finalmente, previo espaldarazo gubernamental, se iniciara la construcción del mencionado canal (denominado inicialmente Victoria-Alfonso, en honor al rey y la reina consorte) a cargo del ingeniero Cornelio Arellano. Pero, todavía, tuvieron que pasar 11 años para que las obras fueran realmente visibles, gracias, especialmente, al impulso dado en 1926 por la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro, actual Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que fue la primera en constituirse siguiendo las ideas de Joaquín Costa, principal impulsor de la fundación de este organismo.
Finalmente, en 1935, concluyeron las obras del canal y es precisamente en esta fecha cuando San Vicente de la Sonsierra ocupó un papel clave en la CHE, pues ocupó la capitalidad del tramo y del canal de Lodosa, como queda reflejado en el documento adjunto que hay a continuación. Sin duda alguna, toda una responsabilidad para un pequeño pueblo de alrededor de 1800 habitantes.