¿Conoces el origen del tradicional chapuzón de la fuente? ¿Sabes cuándo y por qué se originó?. Conoce un poco más los detalles de esta antigua tradición en este artículo de David Mota Zurdo
En un interesante libro de 1992 que publicó Luis Verde Artega y que contiene anécdotas, tradiciones y varias experiencias tanto propias como de otros conocidos/as sonserranos/as, se recoge en sus páginas centrales “el origen del chapuzón en el pilón de la fuente, el último día de fiestas”. Según relata, fue en 1934 cuando comenzó esta tradición, al parecer, iniciada como consecuencia de la inauguración del cuartel de la Guardia Civil de la calle El Remedio, junto a la actual Residencia de Ancianos. Fue entonces, cuando a la par de los festejos de la mencionada inauguración se solicitó a dos de las bandas de música de la localidad, una de ellas la de Los Barbis, que amenizaran el ambiente. Realizaron, pues, un pasacalles por el pueblo hasta reunirse ambas en la Plaza Mayor. Una vez allí, mientras tocaban, varios danzadores comenzaron a interpretar “los troqueados” y a la par que se calentaba el ambiente con jolgorio y alegría parte del público comenzó a lanzarse al agua. Acto seguido, los músicos se subieron a la pila de la fuente, temerosos de ser los siguientes. Según relata Verde, que fue uno de aquellos músicos, los amigos se miraron mutuamente y se dijeron: “no dejemos de tocar, que esta gente nos echa de cabeza al pilón”.
Este fue el punto de arranque de una costumbre que pocas semanas después, ya en plenas festividades patronales, se convirtió en una tradición, pues a partir de entonces lanzarse o lanzar a alguien al agua durante las fiestas se convirtió en habitual, salvo en periodos puntuales como los años de la Guerra Civil y parte del primer franquismo.
Pero, no fue todo alborozo y cachondeo, pues esta tradición no fue bien vista por algunos regidores municipales. De hecho, Jesús Mendoza Eguren, alcalde de San Vicente durante los años 60, prohibió este tipo de actividades, porque, según Verde: “no había más que disgustos”. Sin embargo, hubo razones más intrincadas, políticas, si cabe. Al parecer, previamente al inicio de las fiestas de 1961, el mencionado primer edil publicó un bando por el que prohibía el baño en la fuente de la plaza porque consideraba a este tipo de actos “festejos incultos”, “de mal gusto” y groseros al manchar “el prestigio de este pueblo”. Incluso, mandó colocar “anuncios en letra visible anunciando a la gente la prohibición”. Y es que este tipo de actitudes debían ser condenadas porque “era una modalidad nueva de gamberrismo” que no se podía permitir tras la peregrinación y romería del Castillo.
Pero, aun así, hubo quien sorteó, quien cuestionó y quien infringió esta medida. Varios de aquellos que quisieron ser fieles a la divertida tradición de “lanzarse al pilón de la fuente” fueron Víctor López Nájera, Blas Monge, Félix Ruíz Aldama, Cayo Muñoz, Ramón Hilera Tojal, Clemente Díaz Díaz, Dámaso Alútiz Pérez, Valeriano Villamor, Esteban Fernández, Modesto y Nemesio González, Julián Aguirre, Justo Sáez Arciniega, Fernando Peciña Velandia y Ángel Peciña Peciña.
Todos estos fueron partícipes de un interesante suceso acaecido en las mencionadas fiestas en honor a la virgen de los Remedios de 1961. Según el atestado que proporcionó la Guardia Civil al juzgado de paz de este ayuntamiento, Víctor López Nájera y Blas Monge se subieron a la pila de la fuente abrazados, excitando y hasta prometiendo “recompensa a quienes les arrojasen al agua”. Consecuentemente, fueron arrojados al agua, infringiendo el mencionado bando.
A través de la provocación buscaban eludir la normativa sin que las fuerzas de orden público pudieran achacarles intencionalidad alguna y evitar represalias. Sin embargo, al empecinamiento por mantener la tradición iniciada en plena República, se sumó cierta provocación. Y es que el mencionado López Nájera, ideológicamente ubicado en la izquierda, buscaba provocar al regidor municipal, por aquello de viejas inquinas personales. El alcalde Mendoza Eguren fue taxativo al respecto, se trataba una “tradición” que quería imponer una minoría inculta “bajo la capa de una absurda y falsa alegría” que, con el tiempo, enlodaría “el prestigio y el buen nombre del pueblo cuyo gobierno y defensa de intereses de toda clase” se le había encomendado. Es decir, que a su criterio, lo que buscaba López Nájera es que este fuera tomado por un paria, aunque realmente no sabremos si esa fue su verdadera intención. Quizá, simplemente, quiso ser fiel a esa tradición pagana y divertida.
Sea como fuere, todos los señalados acabaron implicados en el suceso de una u otra manera. Fueron multados con importantes sanciones y en algunos casos acabaron siendo confinados en el calabozo bajo arresto menor. Durante un breve periodo de tiempo, esta medida fue soslayada por la juventud, acudiendo al Ebro para bañarse. Con todo, no supuso el cese definitivo de esta tradición, ya que año tras año siguió habiendo multas y altercados relacionados con el chapuzón en el pilón de la fuente de la Plaza Mayor. A día de hoy, está peculiar costumbre se ha convertido en una tradición arraigada en las festividades de septiembre.